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Topo Bejarano
INTRODUCCIÓN
La voz de América habla a través de la piedra. Innumerables testimonios de las antiguas culturas originarias de nuestro continente se expresan siguiendo una columna vertebral determinada por la Cordillera de los Andes. En sud América, una serie muy vasta de culturas que fueron luego afluentes de la Quechua - Aymara, olvidadas después por un complejo devenir histórico, subsisten sin embargo en valiosísimos restos arqueológicos y en marginados grupos étnicos, hoy probatorios de una sabiduría antigua, integrada al cosmos y la naturaleza. Bien interpretadas, pueden ayudar a las culturas modernas a re encontrar el camino de ciertos valores perdidos. Un vértigo de consumismo y de violencia alienta una suerte de caos, olvidando aquellos viejos ideales en los que el mismo mundo occidental basaba sus esperanzas: el ascenso de la humanidad mediante la conjunción de Naturaleza, Razón y Sabiduría...
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Foto 1: El esplendor del yacimiento y los efectos de la depredación: Ambas imágenes fueron tomadas con un intervalo de 30 días (septiembre - octubre 2002)
En la localidad de San Pedro de Colalao, Tucumán, Argetina, se encuentra el yacimiento rupestre con petroglifos cuya belleza ha sido calificada por el investigador Adán Quiroga como de "primera línea". La enorme difusión de la existencia del mismo, se encuentra en contraposición con la total ignorancia respecto de su interpretación y valoración, exponiéndolo a la destrucción por acciones de depredación cultural. |
Luego de visitar el sitio, un grupo de escolares de unos 13 años de edad promedio, conmovidos a la vez por la belleza y el deterioro del mismo, comprometió al firmante de estas líneas en la búsqueda de caminos que contribuyan a valorar la magnitud de su importancia, como fórmula para detener tal deterioro. Este trabajo es el primer momento de esa tarea. Con este puñado de investigadores - ángeles guardianes, el futuro de la Piedra puede tener un horizonte más despejado...
RESUMEN
El objeto principal de nuestra investigación será el yacimiento rupestre que contiene los Petroglifos de Ovejería, al que denominaremos "Zupca de Ovejería".
Atribuido a la cultura Diaguita - La Candelaria (0 a 1000 dc), no ha sido todavía desvelado su significado de una manera aceptada por la generalidad científica, aunque existe consenso en asociarlo a ritos propiciatorios, tal cual sucede en todas las culturas del mundo.
Orientándonos con investigaciones previas y tomando como referencia técnica los estudios y mediciones del Dr. Orlando Bravo y con la base de sus propias interpretaciones, habremos de realizar nuestras propias observaciones, para luego cotejarlas con las teorías de la arqueoastrónoma Francisca Martín-Cano Abreu cuya hipótesis tomaremos para sugerir que tales petroglifos tal vez representen, de manera simbólica, constelaciones e imágenes astronómicas cuyo fin sería lograr de la Divinidad Madre Naturaleza la regularidad que asegure los ciclos de fertilidad. Para aproximarnos a sus posibles interpretaciones, deberá realizarse una mirada global, que abarque todos los aspectos de la vida de la comunidad que los han concebido. En tanto representaciones simbólicas, debe conocerse la forma de vida de tal comunidad, por ende su concepción del universo, su cosmovisión y religiosidad, es decir su propia mirada, para entonces intentar desentrañar tal simbología.
UNA MIRADA A LAS CULTURAS AMERICANAS
Cosmovisión de las Culturas Arcaicas
Se reconoce que para todas las culturas agrícolas del mundo el concepto de divinidad estuvo asociado a lo Femenino, la Diosa Madre a quien se le adjudicaba el poder de procreación, hacedora de la vida y de los alimentos vitales. La mitología, tendrá así correlato con los ciclos agrarios.
Ya en tiempos históricos, en distintos lugares del mundo y en épocas diversas podemos encontrar, según Martín-Cano, mitologías análogas, surgidas de aquellas religiones agrícolas. Tal concepción refiere a la Diosa Madre, que luego dará lugar a una deidad menor a la que Martín-Cano llama "Paredro" (hija, hijo, amante): Demeter a Proserpina; Isis a Osiris; Baalat a Baal, etc. Tras la muerte del Paredro, la Suprema Diosa Madre Llorona vierte abundantes lágrimas, correspondiendo al período de las lluvias y va en busca de aquel. Las lágrimas personifican las fuerzas fecundantes de la naturaleza. Ellas provocan la resurrección del Paredro (el grano), regresando así con su Madre en cierto momento del año: la semilla germina y se renuevan las plantas alimenticias.
América Prehistórica
Nos dice la Arqueoastrónoma Martín-Cano: "La AMÉRICA PREHISTÓRICA comprende civilizaciones matriarcales que se remontan a 5.500 años adne. Los más antiguos restos antropomorfos que nos ha dejado en herencia son exclusivamente femeninos al igual que en el resto del mundo. Tanto petroglifos de símbolos femeninos como monumentos funerarios y Esculturas femeninas, identificadas con la GRAN DIOSA MADRE, son testimonios que patentizan un culto religioso a lo femenino y reflejan la estructura matrilineal de la sociedad y cuya tradición está vinculada a la Fertilidad y a la consideración de que todos los fenómenos naturales están regidos por el Principio Femenino..."
Las Culturas agrarias de las regiones montañosas del NOA preincaicas, muestran rasgos de homogeneidad entre ellas con relación tanto a sus estructuras económicas y sociales como a su cosmovisión. Serán los conquistadores quienes las clasificarán según tribus o etnias (Tolombones, Diaguitas, Quilmes, Calchaquíes etc.) pero en realidad conforman una sola cultura que podría denominarse Civilización Andina (incluyendo una lengua madre común, el kakan). Según las peculiaridades geográficas (orografía, ciclos de lluvias, etc.) cada región establecerá sus tiempos sagrados, la mensura de los mismos y su correlato ceremonial. Se trata de pueblos agricultores y pastores, donde el maíz es el alimento principal, junto con la quinua; también siembran papa, zapallo, etc. Entre el ganado juega un rol fundamental la cría de llamas, principal animal doméstico. Es sabido que todas ellas mantenían una relación armónica entre sí, practicando la economía complementaria con la que cada una producía según sus mejores posibilidades para luego realizar prácticas de intercambio.
Con la ayuda de aportes etnográficos, sabemos que nuestras culturas habrán de concebir su hábitat como el medio que dio origen y bienestar a la comunidad. Por ello tendrán una visión religiosa que sacraliza la naturaleza, donde la realidad única estará formada por dos ámbitos: el medio natural y el mundo sobrenatural. El culto de los muertos, tan característico de esta cultura, tiene su base en concepciones generadas por los ciclos de la agricultura, donde la semilla muere para luego renacer en forma de vegetal.
De todo esto se pude colegir por qué su religión irá paralela al devenir de las condiciones naturales que incidirán en sus economías, tratándose entonces de un Culto anual que se desarrolla al ritmo de las estaciones y de los fenómenos naturales asociados a éstas.
Resulta curioso en las etnias de nuestra región, cómo, a pesar de ser todas afluentes de la cultura incaica, el gesto religioso más ancestral que pervive en la actualidad no tiene tanto que ver con el culto al Sol, si no que el lugar central lo ocupa la fiesta de la Pacha Mama, la Madre Tierra, "celebrada como la siempre fértil madre universal que alimenta toda la vida del mundo". "Es generadora y ordenadora de la vida; ella sabe cómo, cuándo y por qué deben suceder las cosas".
LA DATACIÓN DEL TIEMPO
Para las economías de las culturas agrícolas y pastoriles, y por lo tanto para sus cultos religiosos, la datación del tiempo será una preocupación vital. De ello dependerá asegurar el riego necesario para la fertilidad, aprovechar las estaciones de lluvias, protegerse de las heladas, asegurar la pastura para el ganado, etc. Por lo tanto, la subsistencia dependía exclusivamente de la capacidad para llegar a conclusiones astronómicas exactas.
Datación en las culturas andinas
Un puñado de ejemplos de la manera de mensurar el paso del tiempo en nuestra región lo constituyen algunos observatorios astronómicos entre los que citaremos el Kalasasaya de la Ciudacita (Nevados del Aconquija), el Recinto Astronómico de la Quebrada del Portugués, y el Calendario Pétreo Solar de Tiu Cañada.
Se trata de calcular la posición del sol respecto de la tierra según las distintas épocas del año. Este principio sirve para medir con total precisión los solsticios y equinoccios. En el caso de Tiu Cañada o la Quebrada del Portugués, esto se realiza mediante distintas piedras que funcionan al modo de gnomon, proyectando su sombra hacia un limbo común.
Determinado el año solar en sus momentos fundamentales, el resto del calendario sería leído por un principio parecido, estudiando la aparición, el orto, el ocaso, etc., de ciertas constelaciones, que también se producen en momentos precisos.
EL ARTE RUPESTRE
Como se dijo anteriormente, no existe un criterio universalmente aceptado por el mundo científico con relación a la interpretación del arte rupestre. Sin embargo hay un consenso con relación a considerarlos, al menos en el continente americano, como espacios de prácticas chamánicas.
Desde las investigaciones de Martín-Cano surge la siguiente hipótesis:
ZUPCA DE OVEJERÍA
Realizados estos encuadres teóricos, pasaremos ahora al análisis específico de la roca de piedra con petroglifos, conocida con la mala denominación de Piedra Pintada, ubicada a unos 10 Km. de San Pedro de Colalao y a 3,5 Km. aproximadamente del Calendario Solar Pétreo de Tiu Cañada.
La ubicación de la misma implica toda una definición, ya que se encuentra entre dos cursos de agua: el Río Tipas y el arroyo Huamagueño, en una gran mesada de unas 6 hectáreas que forma un anfiteatro natural de gran amplitud al estar rodeada por las cuchillas cubiertas de vegetación. La forma de la piedra semeja una carpa de dos aguas, cuyas dimensiones son unos 3m de largo, 2,30 en su parte más ancha y 1,60 de alto. Otro dato de vital importancia es su dirección Este - Oeste. Se encuentran grabadas sus caras Norte, Este y Sur, encontrándose rota en su cara Oeste, por lo que no podemos determinar si en ella también los hubo. Es en la cara Sur, mucho más densamente poblada que las otras, donde encontramos los motivos más asombrosos. Siguiendo las clasificaciones tradicionales, podemos clasificarlos como antropomorfos, zoomorfos y abstractos, en su mayoría motivos compuestos. Podríamos decir que en general, los motivos de esta cara son figurativos, con una parte superior que sugiere cabeza y un cuerpo en cuadrícula, en forma de escudo o larvario. Esto no se cumple con los motivos de la cara Norte, algo más abstractos. De igual manera difieren en el tipo de surco usado, mucho menos definido en esta última. Todos estos datos hacen suponer que nos encontramos frente a manifestaciones separadas considerablemente en el tiempo. Con respecto a la cara superior debemos resaltar que en ella se encuentra un mortero ceremonial, sobre lo que hablaremos más adelante. También observamos en ella pequeñas oquedades a la manera de cúpulas o tacitas, sobre las que el Dr. Bravo no hace mención, aunque sí Adán Quiroga, de modo que abrigamos la esperanza de interesar a investigadores actuales en aportar una opinión definitiva sobre si se trata que casualidades morfológicas o expresiones rupestres. Por su parte la cara este presenta una suerte de combinación de los estilos de la sur y la norte.
Realizada esta descripción general, pasaremos ahora a la fase interpretativa tomando los motivos de la cara Sur como principal objeto de análisis.
Aspectos Astronómicos
Decíamos más arriba que una correcta interpretación debe contemplar todos los aspectos que influyen en la cosmovisión de la cultura que genera la expresión artística a estudiar.
Señalamos como de vital importancia la dirección Este - Oeste que tiene la piedra por su largo. Así, para la cultura Aymara (de probable gran influencia en la región), por ejemplo, los espacios espirituales son concebidos de modo que el Oriente (Arajpacha), donde nace el sol y se dirige la mirada, es símbolo de la luz y la vida; el Oeste es lo que está Abajo o detrás, es el espacio a donde van los muertos, donde se pierde la luz, también el espacio de los alimentos (las semillas), que en Aymara se denomina Manquepacha; el Akapacha es el centro, el espacio donde habita el hombre, por lo que la vida es un ámbito de armonía consigo y con los demás. La dirección de la piedra logra que durante los equinoccios, los rayos de sol incidan en forma rasante al amanecer de ambos momentos.
Otro aspecto importante en sumo grado resulta la inclinación que tiene la cara sur. En su plano medio se inclina respecto a la vertical en un ángulo de 51°, el mismo valor del ángulo de incidencia de los rayos de sol en culminación superior en el solsticio de invierno.
Estas referencias a la incidencia de la luz son importantes ya que, debido a esto, los juegos de relieve de los grabados provocan determinadas sombras sobre los motivos de modo que operan modificaciones en las "expresiones" de las distintas figuras según el momento del año y del día, perfectamente reconocibles para miradas expertas, por lo que probablemente nos encontremos frente a alguna forma de calendario solar.
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Foto 2: Compárese la dirección de la mirada del larvario con corona radiante
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Sabemos que las culturas Diaguitas tenían un elaborado Animismo dado que consideraban a la muerte como un tránsito crucial en el ciclo de vida de la cultura. Según sus creencias, el alma se convertía en estrella y realizaba un viaje para el cual el difunto era enterrado con alimentos y bebidas (en la cultura Aymara, por otro lado, durante las principales ceremonias se enarbolaba un Arco cuyo significado era "nueva vida después de la muerte" y también "la semilla que cae a la tierra, muere y produce nueva vida"). Los sacrificios eran una práctica usada por estas culturas (es posible que estos incluyeran los de niños como propiciatorios de lluvia). De todos modos eran esenciales en sus prácticas los rituales propiciatorios de fertilidad, lo que se realizaba en campos y estaba a cargo de chamanes. Cuando estas prácticas incluían sacrificios, se realizaban en lugares denominados ZUPCA. Estos sacrificios podían ser de sangre, sahumerio, coca, alcohol y oraciones y durante la ceremonia el sacerdote solía consultar en voz alta al cerro para recibir la protección de éste con aguas productivas (lo mismo sucede en la celebración de La Wilancha Aymara).
El análisis de estos aspectos culturales se hace revelador al momento de valorar algunos de los trabajos en la piedra referida. En este sentido es fundamental la existencia de un mortero ceremonial en la cara superior de la misma, de unos 8 cm de diámetro con dos escotaduras que desembocan en sendos canales que discurren por las caras este y norte respectivamente. Según Orlando Bravo, dicho mortero indica que estamos en un lugar donde solía practicarse sacrificios de sangre (llamas), la que era vertida por dichos canales. Por otra parte, la singular ubicación de la piedra, en un anfiteatro natural como se dijo, hace que las voces emitidas desde este lugar, sean sugestivamente devueltas por las paredes de los cerros, lo que refuerza la idea de encontrarnos en un espacio ceremonial (cabe aclarar que según nuestras propias comprobaciones, este eco responde mejor a sonidos particularmente agudos, emitidos por voces femeninas). Proponemos por lo tanto que este lugar debe llevar el nombre de "Zupca de Ovejería", coincidiendo con el Dr. Orlando Bravo, quien le otorga el de "Huaca" de origen quechua.
Recordando el mito agrícola descrito en otro momento de este trabajo, cabe aquí citar una antigua leyenda que circula aún en las regiones andinas más profundas de la provincia de Salta. Ella refiere a la Madre de los ríos y los arroyos. Se trata de una mujer que habitaba la cima de los cerros, de cuerpo blanco y traslúcido como hecha de nubes, de larga cabellera, y que andaba siempre acompañada de una corzuela blanca nívea. Nunca nadie había podido tratarla o acercarse demasiado a ella. Cierto día de sequía, agotada toda fuente de agua, esta mujer baja al valle para indagar a qué se debían los lamentos de la gente, dejando en su choza a la corzuela. En soledad, el animal es asesinado por un cazador. Al regresar su ama lo lleva a la cima del cerro más alto y desde allí recién se permite soltar el llanto a tal punto que sus ojos se convirtieron en fuentes inagotables y sus cabellos se tornaron cauces de arroyos y ríos, que no sólo lavaron la sangre de la corzuela, sino que también saciaron la sed de la gente del pueblo.
Esta leyenda, por un lado explica la relación de los sacrificios con los ritos de fertilidad, y por otro sugiere que se trata de concepciones universales.
Otros datos que comprueban que la Zupca es un espacio ceremonial propiciatorio de fertilidad es el grabado del símbolo del agua, representado por una gota que cae, formando ondas circulares. Tal símbolo aparece repetidas veces en la cara sur. Esto será ampliado en el apartado siguiente.
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El primer aspecto que merece analizarse, se encuadra dentro de la interpretación artística: Tan singular belleza de por sí alcanza para considerar el objeto de estudio como unas de las obras plásticas más valiosas del continente. Grabados bajorrelieve, los motivos son, figuras esquematizadas, signos icónicos ("signos cuya fuerza significativa se debe simplemente a sus cualidades"). Sin embargo no es común en este tipo de manifestaciones tal trabajo del diseño y tanta fuerza expresiva. Como referimos en otros momentos de este estudio, la utilización de la luz resulta un recurso exquisito a partir del cual se magnifican o esfuman rasgos y expresiones, cambia el direccionamiento de las miradas, etc. Más allá de las consideraciones astronómicas, otro aspecto a resaltar es que, observadas las imágenes de manera invertida, se las ve en negativo, es decir que aparenta estar sobre relieve lo grabado bajorrelieve (fotos 11 y 12).
Luego de esta mirada desde una lectura meramente artística, avanzaremos en la descripción de los motivos.
Como se dijo más arriba, existe una discontinuidad estética y técnica entre los de las caras sur y norte. A su vez la cara este presenta una combinación de ambos estilos.
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Es en la cara este donde se ve por primera vez el símbolo del agua, si hacemos una lectura este - oeste, de frente a la cara sur. Acercándonos a la cara sur observamos un búho madre con su cría (sus cuerpos forman una especie de cuadrícula, lo que se repetirá en gran parte de los grabados). Este tipo de motivos recrea universalmente una simbología asociada a lo femenino y la fertilidad. |
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Foto 15: Centralizando la mirada en el surco se ven dos líneas serpentiformes formando una unidad, lo que recuerda el mito de 'Yacu Mama - Sacha Mama', deidades de la lluvia, los ríos y la fertilidad. Si se piensa la línea como contorno, aparecen siluetas de cuadrúpedos de grandes cabezas (tapires, animales que gustan de los ríos) de distintos tamaños (crías que simbolizan fertilidad). Ambas ideas son análogas |
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Todas estas figuras, con forma distintiva cada una, presentan ciertos parecidos y tal proximidad que se tiende a verlas asociadamente.
Finalmente, casi uniéndose con este grupo, se encuentra otro muy particular dado por tres figuras a la vez idénticas y distinguibles unas de otras: Se trata de tres símbolos del agua pero esta vez cada uno con un cuerpo dado por una cuadrícula. Creemos que este es el momento de decir que una probable interpretación de las cuadrículas podría ser la de símbolos de los campos arados que serán regados por las lluvias. Cabe recordar que dentro de las constelaciones reconocidas en la cultura incaica, depositaria de las anteriores andinas, hay tres estrellas que caminan juntas y en línea recta. El brillo de las mismas es indicador de lo propicio del momento para los cultivos.
La última imagen a analizar se encuentra en el extremo inferior debajo de las antes mencionadas. Se trata de dos líneas sinuosas y paralelas que forman en sus extremos derechos un vértice al unirse, como una especie de ">". Orlando Bravo describe la figura como "piara de antas con cría". Otros estudiosos que investigaron petroglifos en otras regiones de la misma cultura clasifican a formas similares como "serpentiformes" (abstractas). Un niño de 10 años nos describió nuestra figura como "dos serpientes unidas". Efectivamente, focalizando la mirada en el surco se tiende a ver la imagen serpentiforme; mas, si se lo piensa como contorno, se ve con suma claridad las siluetas de los tapires. Sin embargo nos atrevemos a proponer que tal vez signifique ambas cosas: Existe una leyenda mítica que pervivió en el incanato y llegó a nuestros días que explica cómo están en contacto permanentemente los tres espacios sagrados que mencionáramos en otros puntos de este trabajo: dos seres míticos (femeninos), Yacu-Mama y Sacha-Mama, dos grandes serpientes, que partiendo del mundo de adentro, llegan al mundo de aquí convirtiéndose una en río y la otra en árbol añoso, que con dos cabezas se alimenta de los animales voladores con una, y con la otra atrae a los animales de abajo. Al pasar al mundo de arriba, se transforman una en el rayo y la otra en arco iris, simbolizando la fecundidad y fertilidad de los seres vivos y de la tierra. Los tres mundos se unen por estas serpientes, diosas del agua y la fecundidad. Los ritos, cultos y ofrendas resultan por lo tanto formas de mantener la relación entre los tres mundos. Cabe también recordar que en la iconografía calchaquí, suele representarse a la serpiente con cabezas en ambos extremos. Podríamos decir entonces que, si la figura serpentiforme es otro símbolo de agua y fecundidad, también puede representar al tapir (animal que gusta de los ríos) y su cría, siempre simbolizando fecundidad. (Adán Quiroga asocia la imagen a canales de irrigación, lo que también es una idea análoga).
CONCLUSIONES
Podemos concluir en que la Zupca de Ovejería es un espacio ceremonial, por lo tanto sagrado, tratándose de un lugar para prácticas chamánicas, con el objeto de ser propiciatorias de fertilidad.
Los ritos propiciatorios de fecundidad, así como en definitiva toda práctica religiosa, tienen relación directa con el saber astronómico, expresado en la datación del tiempo.
Se trata de religiones agrícolas matriarcales, con un animismo de fuerte presencia, también relacionado a los astros.
Las representaciones tienen un carácter simbólico, metafórico, mediante el cual se logra contener el dato científico junto con el concepto metafísico que lo acompaña simétricamente.
La prueba definitiva de tales teorías sería la comprobación astronómica de cuál constelación o idea astronómica sería la representada en cada caso, lo que escapa a nuestras posibilidades. No obstante, ningún aspecto parcial analizado contradice estas teorías, sino que por el contrario, son indicios afirmativos.
Si se acepta que estamos frente a una cultura y por tanto una religión agrícola donde la fecundidad será su preocupación primordial, que sus momentos ceremoniales (sagrados) tenían relación directa con la datación del tiempo, que esto se lograba mediante la observación de fenómenos de índole astronómica, que las posiciones de los astros han sido los recursos empleados para estos fines, que toda su visión trascendental parece confirmarlo y que todo esto se vislumbraría en los distintos aspectos analizados del yacimiento, se puede colegir que efectivamente las figuras serían representaciones de constelaciones y astros (cuyas posiciones han sido medidas con relación a los distintos tiempos agrícolas) y por lo tanto son a la vez propiciatorias de fertilidad desde el punto de vista religioso e indicadores calendarios desde el punto de vista astronómico. Quedaría de esta manera, deductivamente, confirmada la hipótesis de Martín-Cano.
COLOFÓN
Umbilicalmente amarrado a la Tierra, anda el Hombre de América sin conocerse su útero. Celebra el maíz sin saber su dios. Desconoce la salvaje ternura sideral con que agosto le alegra el alma con los tarcos o la celeste proeza rosada del lapacho. Si lograra mirarse el Habla, le vería cabellos lacios y grandes pómulos salidos estallándole en puntiagudos diminutivos incontenibles, porque su lengua es castellanamente Aymara, Kakana, Quechua en su pensar de penitas - hilachitas - viditas - piedritas, uniéndose, tejiéndose, acordonándose en ombligo hasta la tierra (aunque el diccionario de esta computadora obtusamente marque con roja indignación toda la atávica rebeldía de los sufijos). El hombre de América, anda americanamente la vida sin saberlo. Pero un puñado de las más altas voces del mundo, altas como las cimas andinas que las parieron, saben ya, supieron siempre, que hay que andar un largo camino de parábolas para nombrar cada estrella, cada flor, cada hombre. Porque nada hay de la vida que se pueda mirar sin ver un milagro ¿Cómo llamar río a una "trágicamente alegre arteria rota"? Ese mismo río, ¿no lleva la "piel de barro"? ¿No es entonces una "fabulosa lampalagua"? Eso es América. El rostro de la Piedra espeja lo que la sangre esconde como los ocultos tesoros de las lagunas incas: La vida es sagrada. Pueden llamarle castellanamente (tranquilizadoramente) "metáfora". Pero sabemos que aymaramente, kakanamente, quechuamente estamos diciendo: Milagro. Hay una sola manera de nombrar las cosas: diremos MADRE, diremos TIERRA.
BIBLIOGRAFÍA
Cazadora principal pintado en el panel rupestre, datado en el V milenio adne, de la Cueva del Tío Garroso, en el Cerro Felío, Alacón (Teruel). Se desplaza a zancadas y entre sus piernas aparece pintado una serie de puntos que forman determinado dibujo. Hemos representado cercana la configuración de estrellas que forman la constelación Orión (caso artístico que no es el único que refleja tanto la situación estelar de forma explícita y la representación simbólica).
El segundo dibujo es de una pintura del pueblo Yirrkala de Australia. Representa un tiburón persiguiendo a una raya debajo de unos dibujos que representan la configuración de estrellas de las constelaciones Centauro y Cruz del Sur.
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Algunos escritos de Montse Robrenyo: [Montse]
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